viernes, 27 de junio de 2008

En casa de nuevo

Hace unos meses tuve que ir al cementerio por un asunto familiar y dio la casualidad de que logré ver un nicho distinto al resto, sin nombre y de mármol negro. Sólo llevaba escrito un mensaje, en forma de cita, un tanto cáustica y rebuscada, pero no menos bella:

“El ser hombre es una realidad que aparece en el universo como circunstancia de la organización de una fuerza, que lleva impresa un destino”

Lo pongo ahora porque me he estado acordando de unas conversaciones que hemos tenido todos en algún momento. Se trata de aquellas de los elementos de la vida, en las que nos damos cuenta de una realidad: si una parte de ella mejora, irremediablemente, otra tiene que empeorar.

Y yo digo una cosa. Si tantas secciones, partes, sistemas, o como lo quieras llamar, de una vida, comienzan a fallar, a la manera de los controles de seguridad antes de un accidente, ¿no será que esa vida está condenada al desastre?

Verás. El esfuerzo continuo, la perseverancia, el trabajo para conseguir una meta, te llevan al premio, al éxito. Eso lo vemos todos los días. Pero si una y otra vez te percatas, pasado el tiempo, que sigues en el mismo sitio, con las mismas ideas, o con tu puto culo aún sentado en la silla, puede que sea el momento de preguntarse si ese destino impreso, esa energía que te presiona a volver a al mismo lugar donde estabas o del que creías haber huido, es, precisamente, el que te corresponde.

Cuando deseas mudar de piel, convertirte en algo nuevo, dar ese paso adelante que haga cambiar, ¿te preguntas si de verdad mutas?. Ese nuevo edificio en el que deseas crecer, ¿no forma parte de las mismas cuatro paredes que abandonaste?. Y, viéndolo desde mi experiencia, ¿no será que el dolor y el sufrimiento son tu verdadera casa?.

Bueno, el tiempo hablará cuando lo desee…

1 comentario:

Chema de Aquino dijo...

No hay otro destino que cambiar el de uno mismo. VIVA LA FELICIDAD LEANDRO