martes, 16 de diciembre de 2008

Sin ganas

Otra vez aquí delante con ganas de escribir algo más que suene a hiel y rencor. Otra vez con la página del Word en blanco con esa rayita parpadeando que nunca escribe nada. Deseo poner algo más serio o más extenso, otro tipo de redacción, pero de nuevo tengo que apagar el ordenador sin que esas cosas que me surjen en el autobús, o de camino a casa, o saliendo a pasear, me salgan ahora, delante del teclado.


Por eso, por estar sin ganas, termino escribiendo algo aquí. Otra frustración, otra cosa sin hacer de esas que se acumulan en el cubo de basura en el que pone LAS COSAS SIN HACER. Un gramo de fuerza de voluntad me gustaría tener en estos momentos. Al menos, la cantidad necesaria para acercarme de nuevo al blog. Y más en estos momentos en que me gusta la gente que me rodea, hago lo que quiero y no carezco de nada. Momentos que sí merecen la pena ser puestos en un diario. Puede que sea como esas personas que cuanto más cerca tienen el trabajo, más tarde llegan.


A ver si consigo que un pequeño proyectito se ponga en marcha... Ayyyyssss!!!




sábado, 22 de noviembre de 2008

1.000 preguntas sobre cine

¿Por qué Will Smith sale corriendo en todas sus películas? ¿de qué huye?


















Piensen, piensen... Men in Black, Independence Day, Ali, Hancock, Yo, Robot, Soy Leyenda... hata en Hitch(!!!)

martes, 18 de noviembre de 2008

1.000 preguntas sobre cine

¿Qué le pasa a Tommy Lee Jones?, ¿por qué no puede dejar de perseguir a alguien?, ¿es que le gusta correr detrás de la gente?, ¿tendrá ‘manía persecutoria’?


En el Valle de Elah – Al asesino de su hijo
No es País para viejos – A un paleto con dinero en Tejas
Los Tres Entierros de Melquíades Estrada – Al asesino de Melquíades
Desapariciones – Al que secuestra a su nieta
The Hunted – A Benicio del Toro (penosa la pelea final)
Men in Black (y II) – A unos extraterrestres
Doble Traición – A Ashley Judd
U.S. Marshall – A Wesley Snipes
Batman Forever – A Batman (evidente, ¿no?.. ¿o era Batman a él? No lo sé, era una mierda de todas maneras)
El Cliente – A Susan Sarandon y al niño
Volar por los Aires – A Jeff Bringes (aunque al final se invertía la persecución)
Alerta Máxima – A Steven Seagal (WTF??)
El Fugitivo – A Harrison Ford
… y aquí decidí parar de buscar… os lo dejo a vuestra consideración.[imdb]













Apatrullando la ciudad…











P.D.: Esta es la entrada número 100 del blog... yujuuuu!!!!!

domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Por qué?. Porque...

Tan atareado estaba estos últimos meses que no encontraba tiempo para entrar por estos lares y contar otra idiotez... bueno, esa era mi excusa, porque ahora que lo pienso, tampoco es que encontrara las ganas para ponerme de nuevo a escribir.


Hace unas semanas, una de las personas a las que más quiero me dijo que tal vez fuera porque sólo escribo cuando estoy triste. Eso me hizo pensar en dos cosas. La primera, que en una entrada antigua (no se cual) puse que es de la desolación de donde saco mis mejores palabras. La segunda, la razón por la que vuelvo aquí, es que si esta persona tiene razón, si yo redactaba cuando peor era mi ánimo, ahora que no escribo, se debe a que soy feliz. Feliz de verdad. No hay un impulso que me lleve cada noche delante del ordenador a desahogarme.






Sé que me estoy escudando en una excusa pobre para no seguir llenando un blog personal, pero nunca me voy a forzar con cosas así.


Ahora hay otra persona en mi ser, hay un trabajo que me gusta, hay una carrera en la que todo va bien. Quizás hecho de menos a muchos amigos a los que no puedo ver tanto como quisiera. Quizás necesito un poco más de tiempo para presentarme a vosotros con más asiduidez.


Pero os digo una cosa. Me comprometo a que feliz (este término aún no me lo aplico) también escribiré, aunque sea peor, aunque os guste menos (a los pocos a los que os gusto... vamos a ti solo), pero escribiré. Al menos, para decir adiós...


P.D.: Eloy, de verdad, si el día tuviera 28 horas... pero te llamaré. Te lo prometo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

1.000 preguntas sobre cine

¿Por qué en Next Nicholas Cage lleva el mismo horroroso peinado que Tom Hanks luce en El Código Da Vinci, que a su vez es una copia del horroroso peinado de John Travolta en Operación Swordfish?



Y eso me lleva a otra pregunta: ¿para cuándo un Oscar para el peinado más horroroso?

sábado, 20 de septiembre de 2008

Breve explicación


En estos días ando atareado. Y cuando uno anda atareado, comete errores como olvidarse de compromisos, dejar atrás recetas de cocina imprescindibles o abandonar la mayor misión de tu vida, como es el gritarle al mundo lo que sientes.


Es por eso que las últimas entradas hayan sido escuetas o bastante simples. Pero me comprometo a seguir. Esto no se convertirá en otra hoja arrugada para tirarla a la papelera de cosas pendientes.


Y si no, ya me buscaré mis propias ayudas morales para seguir adelante…


“-Sí, pero de la cárcel se sale –dijo Caderousse, que con lo que le quedaba de inteligencia se aferraba a la conversación- y cuando uno sale de la cárcel y se llama Edmond Dantès, se venga.”

El conde de Montecristo, Cap. IV

sábado, 13 de septiembre de 2008

Por una vez

Por favor. Por favor, sólo pido que no nos defraude. No como otras tantas [1] [2] [3]...


Por una vez, tan sólo por una vez, pido buen cine para una historia que me gusta.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Enseñar los dientes

“Enojado estaba con mi amigo,
a mi ira se lo dije, y mi ira pereció.
Enojado estaba con mi enemigo,
esta vez no se lo dije y mi irá aumentó (…)”

Blake


Lo siento, pero no mientras mi felicidad siga siendo fruto de la ignorancia. No mientras me mires a través de la burbuja de nieve que crees que es todo esto. No mientras sigas creyendo que debo vivir tu vida.

Y ahora, toca llorar por lo que podía haber sido tu vida…

martes, 9 de septiembre de 2008

El otro día

- …ich möchte immer bei dir sein…


- ¿Qué haces?


- ¿Qué? ... eh, nada. Estaba pensando en voz alta en alemán.


- ¿En alemán?. Qué miedo que estés hablando en alemán.


- Siempre es bueno conocer la lengua del enemigo.









domingo, 7 de septiembre de 2008

El por qué


Para los que aún creen que se puede escribir grandes cosas sobre la felicidad:


“La actual felicidad siempre parece muy menguada en comparación con las compensaciones que brinda la miseria. Y, además, la estabilidad no es con mucho tan espectacular como la inestabilidad. Y el estar satisfecho no tiene el encanto de una denodada lucha contra la desgracia, ni el pintoresquismo de una pugna contra la tentación, o de una fatal derrota a manos de la pasión o de la duda. La felicidad nunca es grandiosa”


Aldous Huxley, A Brave New World (1932)

viernes, 5 de septiembre de 2008

A mejor

Son esos momentos de cambio, de alteraciones en la rutina, de variaciones en el comportamiento... de crisis, vamos. Abrir los ojos por la mañana sólo para quedarte contemplando el techo durante horas, sin saber que hacer, porque no deseas nada de estos días, sólo mutar a otra forma, a otra vida... dentro de diez años con tu culo aún pegado a la silla y querer vomitar sólo de imaginarlo.


Cuando la inestabilidad se instala en ti, intentas volver a encontrarte: casi no apareces por casa, rehuyes de tus amigos, cambias de música, de estilo de vestir, de películas, dejas de escribir... tantas cosas que antes parecían normales y ahora son algo extraño, como un ente dentro de la conciencia, como una indigestión generada por tu propio cuerpo para decirte que esto no puede continuar así.


Para esto hay muchas soluciones. La más fácil es ser ignorante y seguir tal cuál, sin buscar algo mejor. Muchos murieron quedándose en el camino, y no saber que hay algo mejor es siempre más fácil. Qué coño, que lo intente otro. Algún día, con un poco de suerte, puede que pase algo extraordinario. Pero lo dudo. La vida da bastantes patadas como para saber que la suerte es esquiva. Y da aún más, como para aprender que el que nunca lo intenta no tendrá valor para agarrarse a las oportunidades.


Si el mañana será otro día es una excusa pueril, lo es aún más el huir. Que vean tu espalda alejándose de todas las vergüenzas que te suceden es la imagen más patética sobre la que podrían pintarte. Da igual que no lo recuerden, tú te acostarás siempre con ese concepto de tí mismo cada noche, cuando agarres las sábanas con rabia...


Por no hablar de frecuentar ciertos atajos o callejones, que ya han destrozado muchas vidas mejores que la tuya, como medio de evasión. La locura en forma química, añadiendo más mierda a la que ya hay en tu cerebro.


La solución que se plantea más jugosa, más valiente y real, la adecuada para ser conscientes de dónde estamos, puede ser el pelear, sacarle los puños al primero que se acerque y dejarte la piel en cada futuro que desees. Aunque mueras, aunque no quede nada de ti a la vuelta, aunque no puedas recuperar el aliento o caigas de rodillas... Duele porque es amargo. Quema como el fuego porque estamos hablando de pasión. Y es triste porque nadie quiere abandonar el sitio donde se siente seguro y protegido, el refugio del alma.


Eso sí, todos somos humanos, débiles y llenos de dudas. Todos queremos un peluche al que agarrarse por la noches, un héroe que nos rescate del peligro, una vida de ensueño, patentada y estandarizada, que podrás adquirir en tu establecimiento más cercano. Todos, también yo.


Pero, amigo mío, esa vida no existe, aunque necesitarás mirarte desde lejos para empezar a comprenderlo. Es imprescindible un viaje por tí mismo para asimilar que el cambio es necesario. Lo difícil es siempre la mejor opción. Y la boca partida es siempre mejor que la boca que solo echa mierdas.


Y eso es lo que te digo: ¡Perra vida!, pero con una sonrisa en la cara. Y mientras más dura esté la cosa, mayor la sonrisa.


No sé, puede que el verdadero problema sea tener siempre un lugar al que volver...


P.D.: Sonríe, mañana puede ser peor (Murphy)

martes, 26 de agosto de 2008

Pues es verdad

He vuelto.


Y nada más entrar en mi casa, me encuentro un libro que dejé a medio leer, se me ocurre ojearlo, y en la primera página que abro, ahí está:


Algún día yo me iré

Y seré libre

Y dejaré tras de mí a los estériles

A su segura esterilidad

Me iré sin decir adónde voy

Y caminaré a través de un campo baldío

Para allí dejar el mundo

Y alejarme luego despreocupado

Como un Atlas sin empleo


Jame Kavanaugh, Will you be my friend?


¿Recordáis eso que dicen de que cuando viajas para encontrar algo, te lo dejas siempre atrás?... Pues es cierto.




Hola de nuevo





sábado, 23 de agosto de 2008

En el olvido

(Estas líneas las he escrito el 10/08/2008 a las 2:26 de la madrugada, todavía en Sevilla)


Si aún te preguntas, querido lector, a dónde me he marchado o a dónde me guían mis pasos, te lo dirá un viejo poema de un paisano llamado Luís Cernuda:


Donde habite el olvido,

en los vastos jardines sin aurora;

donde yo sólo sea

memoria de una piedra sepultada entre ortigas

sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.


Donde mi nombre deje

al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

donde el deseo no exista.


En esa gran región donde el amor, ángel terrible,

no esconda como acero

en mi pecho su ala,

sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.


Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,

sometiendo a otra vida su vida,

sin más horizonte que otros ojos frente a frente.


Donde penas y dichas no sean más que nombres,

cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;

disuelto en niebla, ausencia,

ausencia leve como carne de niño.


Allá, allá lejos;

donde habite el olvido.




Me he marchado de aquellas letras, verde esperanza, que luego se oscurecieron. Me alejé del lugar donde seguí sangrando por el costado, a través de la herida por donde huyó el gran error de mi vida, para aterrizar en un paraje conocido, un entorno de días mejores, de una ignorancia infantil bienvenida…


Aquí vuelvo a tocar burbujas con descaro, llamo a un amor en la distancia, cazo alemanes en sueños inquietos, disfruto del verano prometido, aquél que os dije, el que parió con dolor una primavera repugnante, esclava de deseos sin cumplir. El fruto del sufrimiento no podía ser otro que el sol, la arena, el hielo y una almohada a la que susurrar todas las noches.



miércoles, 20 de agosto de 2008

Mis queridos juegos

El viejo Martin se sentó en el porche de la granja. La silla de madera crujió poco más que sus huesos, ajados de tanto trabajo. Levantó la gorra para poder mirar al horizonte, con el sol ocultándose, en la lejanía, donde ahora se encontraban sus pensamientos.


Un pastor alemán, tan viejo y curtido como él, se acercó con paso lento. Martin le tendió una mano, inconscientemente, como había hecho millones de veces, para acariciar el pelaje pardo del animal.


Estaba tratando de recordar. ¿Cómo era?. ¡Ah, si!. Era un lugar y un tiempo remotos. Una ciudad grande, impersonal, saturada de edificios y miope por no mirar más lejos que a su ombligo. Cuando era joven, alto y apuesto, cuando uno podía sentir cada mordisco que le daba al mundo.




Fue allí donde la conoció. Los recuerdos acudían con cariño. Aquella mujer que reventó su vida para concederle todos los deseos. Alta y fuerte como una torre. Bella como las guerreras de la antigüedad. La mujer de los juegos, la mujer para la diversión y para el llanto, para el deseo y para el pecado… Apareció en invierno, cuando la naturaleza es más esquiva, para llenar de colores una vida intensa pero triste. Y desde el primer momento, la necesidad de permanecer juntos empapó sus vidas. Se juraron amor eterno en cada mirada, en cada caricia y en cada adiós.


Pasional y orgullosa, ella era la argamasa de sus íntimos deseos, enseñándole los juegos más queridos: el juego de robarse el aire mutuamente en la noche, el juego de confundir lágrimas con sudor, el de trepar al refugio del árbol, agarrados por el instinto voraz que los despertaba en medio de la noche para volver a unirse. Juegos en los que se recreaban como si no hubiera mañana, pareciéndose a los amantes prohibidos, como compañeros de galeras, luchando en contra de una muerte lejana, remando en la misma dirección, pero de espaldas al destino. Se convirtieron en la diferencia entre bueno y mejor:


-¿Has dormido bien esta noche?

- A tu lado todas las noches son buenas


Por su mente viajaban ahora situaciones, escenas, cuadros pintados unos con ternura, otros con violencia, como cuando ella pasaba las piernas por delante de su cara, del mismo modo que se pasan las páginas de un libro, sólo que con ella, él devoraba cada una de las palabras que contenía. El olor, el frío y el calor, las sonrisas, la piel sensible al roce del aire. Todos esos estímulos regresaban a la mente de aquel viejo sentado en su silla, al porche de una casa heredada, antigua como la historia y tan real como lo que sus manos podían sentir en ese instante.




No fue la única, pero sí la mejor y la más intensa. Hacer memoria hacia ella era, para el viejo Martin, otra forma de melancolía que llenaba atardeceres como aquel, suaves y breves, como los besos de los niños. Era volver a la rotura de esquemas, a los mundos boca abajo, al puño cerrando la boca del estómago…


Entonces un leve crujido lo trajo de vuelta al ahora. Martin se sorprendió a sí mismo mirando aún la puesta de sol, sentado y con la gorra hacia arriba. Se había evadido del presente ¿Por qué habían acudido todos esos recuerdos en aquel momento?. Se volvió. El crujido provenía de la desvencijada puerta del porche.


La mujer de aquella ciudad, de aquella pasión, de aquellos juegos, lo miraba ahora, cuarenta años mayor, sobre el borde de la entrada:


- Cariño, la cena.


El viejo Martin sonrió, como sólo pueden sonreír los viejos zorros. “Un día juré que nunca te dejaría marchar”. Se levantó y entro detrás de su esposa. La puerta se cerró con el mismo crujido, poniendo la estampa a un compromiso eterno.


El pastor alemán se echó sobre los escalones del patio, mientras el viento movía las hojas y se encendían las luces de la casa.



domingo, 17 de agosto de 2008

Absurdo

Techno pollo:



¿Cómo tiene usted el ojete?

jueves, 14 de agosto de 2008

La lista de la compra

DIOS: “A ver, a ver, que tenemos por aquí…

- El paredón en el que fusilar a mis sueños rotos.


- Los heraldos de la tempestad. (Creo recordar lo que me gritaban desde sus monturas: No te marches sin saber el final de esta película)


- Las manos que no me sostendrán en el próximo amanecer.


- Una banshee al pie de mi cama, deseando entrar en ella, porque sabe que no la dejaré.


- El cometa al que saludé hace unos días, aquél al que solo una mujer puede llevarme.


- El arma estándar que recomiendan todos los ejércitos para disparar a cobardes y traidores.


- Mi furia en una botella, junto a otros venenos, en la estantería de los recuerdos.


- La tienda que nunca pisaré, porque no te lo ganaste.


Precio a pagar: La vida que me merezco + La vida que me han regalado

YO: “Creo que romperé esta factura

lunes, 11 de agosto de 2008

Nos vemos

Me voy a un lugar que no os diré, a hacer cosas que nunca sabréis y hasta el momento en que yo decida regresar y os avise por aquí.


De todas maneras he dejado un grupo de entradas programadas que se irán colgando solas, ya que allá a donde voy no tendré acceso a la web.


Como “hasta pronto” le doy las gracias a todos los que leen estas líneas y me comentan por ahí, en especial a Soledad, la más lejana y a la que más envidio sus letras.


Gracias por pasaros.


Nos vemos.


(Os dejo un video que me pasó una persona muy especial)


viernes, 8 de agosto de 2008

500 noches III - La herida que no es

Cuando desperté estaba en la camilla de un hospital. Abrí los ojos de golpe, como cuando una sombra pasa por delante de ti. Tardé un tiempo en darme cuenta de donde estaba, y al intentar levantarme, alguien llamó a la puerta de la habitación.


Se trataba de un médico, de esos de vieja escuela, mayor, canoso y lleno de arrugas. De esos que miran por encima de la montura de las gafas y llevan su nombre grabado en el bolsillo de la bata. En letras azules esta vez: Dr. Fleischman.



- Bien, bien, bien- decía mientras ojeaba mi expediente.- Creo que podremos darle el alta esta misma tarde, señor…


- Un momento, ¿el alta de qué?, ¿qué hago aquí?- estaba embotado del sueño y no conseguía emparejar los recuerdos. Él me miró con sincera comprensión.


- ¿No recuerda la herida su espalda?- ¡Oh dios!, es verdad, el puñal, en aquel bar, cómo caí al suelo… todo empezaba a acudir a mi cabeza de sopetón. Aquella mujer, sobre mí, observándome con ternura mientras mi sangre se secaba en el arma con la que me atacó.


Al reconocer mi reacción, el médico se sentó junto a mí, en el borde de la cama, y cruzó las piernas. Se quitó las gafas y esos ojos negros y profundos como raíces de montañas, acostumbrados a deslumbrar desde la experiencia, recorrieron mi cuerpo hasta llegar a mis manos.



- ¿De qué son esas heridas en los nudillos?- casi como un chiquillo avergonzado, crucé los brazos, ocultando las manos de su vista.


- Como tú quieras. Pero te diré una cosa: si son debidas a la frustración, la impotencia o el sufrimiento, golpear paredes no es lo más sano. Y tampoco es la solución.


Mi cara cambió a la expresión de sorpresa. ¿Cómo podía este hombre saber tanto de mi sin conocerme?. Entre la embotadura de la cabeza y tantos cambios de ánimo en segundos, debía parecer un concursante de televisión novato.


- …Y respecto a la herida de la espalda –continuaba- se trata tan solo de un rasguño sin más complicaciones.


¿Sin más complicaciones?- pensé, olvidándome de los nudillos, mientras me retorcía para mirarme el costado. Al levantar el pijama del hospital, vi que la herida que me dejó inconsciente en el suelo de aquel bar era solo un fino corte, como hecho con una hoja de papel. Lo toqué. No sobresalía apenas sobre la piel. Un arañazo. Demasiadas sorpresas para llevar cinco minutos despierto.


- ¿Cómo es posible…?- levanté la cabeza hacia el dr. Fleischman- Si recuerdo haberme desmayado del dolor, y llenar de sangre el suelo, como si fuera a morir… –en aquel momento se incorporó de la cama, se puso de nuevo las gafas y adquirió, otra vez, ese aspecto de viejo profesor.


- Hijo mío, podrán ser leves, podrá parecer que nunca existieron, podrás fingir que nunca ocurrió –soltó el expediente en su cajón- pero cuando una mujer hiere. O es para matar. O es para volver a nacer.


Y cerró la puerta saliendo de la habitación, dejándome allí, sentado sobre la camilla, con el pijama aún levantado y con mil preguntas en la boca.


miércoles, 6 de agosto de 2008

La tormenta perfecta

Yo soy un frente de muy altas presiones, un ambiente rancio, cargado con demasiada humedad, que avanza con lentitud, matando la vida, cubriendo sombras, ocultando el aire a los pulmones que gritan por el oxígeno que nunca tendrán.


Tú eres un huracán, siempre en contacto con aguas cálidas, con el poder de la tormenta en las manos y la destrucción como heraldo de tus conquistas. Erguida, invicta, indestructible, te abates sobre costas que no merecen tus esfuerzos.


Yo soy el calor que puede alimentar los vientos que rigen tus destinos.


Tú eres la energía que puede convertirme en la mayor fuerza de la naturaleza.





En este mar interior, cerrado para nosotros, cercado por nosotros, era inevitable que chocáramos…


La consecuencia no podía ser otra: la tormenta perfecta.


viernes, 1 de agosto de 2008

¡Arriba!


Hace días tuve la maravillosa revelación de que el mundo no puede ser conquistado desde la cama.





¿Qué pasa?, ¿nunca habéis pensado si la muerte se ve venir?...