Lo malo de sentirse autosuficiente es que no tienes el placer de disfrutar que hagan algo por ti.
Y lo malo de no querer pedir favores es que sólo generas confusión en esa parte del cerebro que es estimulada por los premios, por la recompensa, como en los ratones de laboratorio.
Así que, a partir de hoy, he decidido que cualquier persona que me pida un favor o me pida ayuda, antes tendrá que pagármelo. Y me lo tendrá que pagar de la única manera que alguien puede hacerlo en estos tiempos: dándome felicidad…
Me vale un chiste, algo gracioso que te haya pasado, una noticia alegre… lo que sea que me haga sonreír por dentro.
Pues, aunque no lo parezca, esta actitud absurda y egoísta ya me ha dado frutos:
- Una granadina me ha dicho que lo que me vaticinó está pasando.
- Me han leído la mano. Conclusión: si las cadenas que forman las líneas de la palma suponen dificultades… joder, a mi me quedan hasta... puf!.
- Me han dado una promesa de ligue.
- Una anónima promete seguir leyendo estas tristes líneas, escritas desde el rincón de la soledad de un bar.
- Me han hecho una promesa para mañana… y otra para el lunes.
- Alguien me comentó hace poco que, si hubieran hecho por ella lo que yo hice, no me hubiera dejado escapar.
Creo que me doy por satisfecho, ya que la mitad de estas cosas me han hecho alegrar un día raro y estúpido. Y más, si tenemos en cuenta que los favores que he tenido que hacer a cambio no me han costado nada.
Si es que me contento con cualquier cosa que me llene los bolsillos…
2 comentarios:
Te prometo no partirte la cara a cambio de que quedemos.
Es un buen trato, ¿qué no?
=D
¿Todas mujeres?
Que bien rodeado y cuanto desamor en tus escritos....
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