En el fondo de un absurdo pozo seco eché la moneda más cara de mi vida. Y lo peor de todo es que yo me eché detrás de ella. Me humillé pensando que entre el barro del fondo aún podría encontrar algo de agua. Pero me equivoqué, allí sólo había fría piedra y algo de sucia arena reseca.
Luego, cuando me rompí todas las uñas arañando las paredes, me puse a buscar mi moneda, para recuperarla y guardarla para ese pozo de vida y fertilidad que me espera, de donde recogeré el agua mas pura y clara que ningún mortal haya probado. Pero me volví a equivocar. La densa oscuridad de la boca del pozo se había tragado mi tesoro y no quería escupirlo.
En aquella moneda volqué mis deseos, mis esperanzas y mis sueños. Pero también le añadí mis temores, mi gula y mi desesperación, de manera que cuando desapareció en las tinieblas, no sólo se cobró lo que yo quería ser, sino también lo que yo era.
Hace unos días alguien me tiró una cuerda para sacarme de allí. Aún no la he agarrado con todas mis fuerzas, porque antes me tengo que enfrentar a los fantasmas que esta profundidad negra encierra.
Entre ellos, mi propia sombra, que todavía no sé si rescatar de aquí.
Entre ellos, yo mismo, la aberración sin sentimientos en que me han convertido.
1 comentario:
Yo paso de tirarte ninguna cuerda, ni escalera, ni pollas. Ahora bien, haz hueco ahí abajo que si hay que darse de hostias, me tiro de cabeza al pozo contigo.
¡¡Preparaos fantasmas de pacotilla, que los taekwonderos salesianos vuelven a pelear juntos!! XD
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