Andaba yo paseando cerca del Virgen del Rocío cuando me cruce con un niño que llevaba parte del pecho vendado y le costaba trabajo andar. Iba pensando en sus cosas y por eso no me vio.
De hecho, al pasar por su lado tampoco lo reconocí, pero, de repente, me vino a la memoria de qué nos conocíamos. Lo llamé:
- ¡Oye!, tu…tu eres… tu eres Cupido, ¿verdad?
- ¡Oh! Speirs, ¿qué pasa?. ¿Cómo estas?
Me alegraba mucho de verle, hacía tiempo que no sabía nada de él. Nos abrazamos, con cuidado, ya que parecía dolerle todo el cuerpo. Él también se alegró de ver a un viejo amigo.
- ¿Qué te ha pasado?, ¿vienes del hospital?
- Si. He estado ingresado un par de meses
- ¿Y eso?
- Nada, una persona desalmada, que me roció con gasolina y me prendió fuego, porque decía que no quería saber nada del amor. Que no sabía por qué existía yo y quería hacer sufrir a la gente que de verdad creía en mí.
- Hijo de puta
- No, tranquilo, está superado. Quemaduras de tercer grado en el pecho y la espalda. Pero ya estoy bien, sólo un poco dolorido. Pero lo siento por mis alas, que tardarán todavía un tiempo en crecer…
- Eso explica muchas cosas. Porque hace tiempo que sólo recibo malas noticias sobre amor: que una pareja ha roto por aquí, que si uno ha dejado a la otra, que si me divorcio, que si no…
- Ya lo sé. Si fuera por mí, nada hubiera pasado, pero ya sabes, hay gente que sólo sabe hacer daño. Y esta vez me ha tocado a mí.
- Bueno, ¿y qué vas a hacer ahora?
- Creo que me tomaré un tiempo de descanso y luego, hala, a tirar flechas otra vez. En cuanto esté del todo bien.
- Me alegro de verte optimista
- ¿Y tú cómo estás?. Te veo como triste.
- Pues sí, porque desde que no estás por aquí sólo sé arrastrarme por el suelo, sin encontrar nada que me ilusione.
- Oh, cuánto lo siento. De verdad. Ojala pudiera ayudarte, pero es que hoy llevo el carcaj vacío, y no puedo disparar nada…
- ¡No te preocupes!. Ya encontraré algo por mi cuenta y…
- No, no, no. No podría dejarte así.
Entonces revolvió entre los pliegues de su pequeño pañal de tela, buscando algo. Cuando pareció haberlo encontrado, miró a un lado y a otro de la calle, vigilando que nadie mirara. Luego cogió mi mano, puso el objeto sobre ella y la cerró.
Me miró con sus ojos, con esas canicas azules que tenía, que parecían esconder un universo, capaces de atravesar la materia más densa y llegar con ellos a lo más secreto de ti. Se limitó a decir:
- No tengo nada más, pero seguro que sabrás usarlo mejor que nadie. ¡Hasta pronto!
Y se marchó, correteando con sus pequeñas piernas, todavía dolorido.
Cuando abrí la mano, vi que me había dado un puñal, corto, pequeño y sencillo, sin adornos. Era la única arma que le quedaba. Grité ¡gracias! A la nada, ya había desaparecido. Guarde el puñal y seguí caminando. Me preguntaba para que serviría…
3 comentarios:
Es que eso es lo más parecido al amor...
Hay una canción muy antigua que me gusta mucho como suena, aunque el grupo puede parecer un poco chorra...en fin, para hablar de Mecano se necesitarían miles de comentarios, la letra de la canción dice así:
"Porque amar es el empiece de la palabra amargura..."
Demasiada gente está de acuerdo en lo mismo, no?
Dudo mucho que la solución a un desamor sea la muerte(aunq sea en sentido figurado), creo que los amigos están para eso, para quitarte el puñal que te da cupido como solución a la nada, al desamor. Eso creo yo. Y ya que estamos con canciones, aquí un trozo de una de Silvio, al cual no conocereis supongo, pero que a mi me encanta. "Sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor consigue encender lo muerto".
Claro, claro, por eso no me visitaba a mi.... lo tienes to el p**o día ocupado y encima le haces daño. No tienes vergüenza.
Pero bueno, me a encantado, de los mejores... Guardando las distancias con "El conejo artista" pero bueno
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