Nervios. Nervios. Llevo cogiendo este condenado autobús más de dos años. Peor es saber que llevo meses deseando que llegue todas las mañanas, como un maldito cigarro en invierno, tan sólo porque vayas tú en él.
Te busco. Te ansío. Contengo el aire hasta que veo tu cara tras grupos de cabezas. Los días en que no te localizo son días extraños. Sí, eres la razón por la que tengo ganas de levantarme siempre a la misma hora. La razón por la que me enfado si voy con retraso. Peor es saber que tú no lo sabes.
O sí lo sabes. Porque el día que me enamoraste fue el día que pusiste tus ojos en los míos. Primero de manera casual, luego casi insistías en girar la cabeza hacia donde yo estaba. He oído por ahí que a eso lo llaman pressing visual. Me da igual, noto tus ojos azules incluso cuando no te miro.
Te busco. Te observo por el reflejo de los cristales del autobús. Sé cuándo me miras y sé cuándo te distraigo. La música de tus cascos no interrumpe el que pienses en mí, ¿verdad?. Da igual que vayas hablando con otra persona. Su conversación no es suficiente si no le hablas mirando hacia mi, ¿verdad?.
Lo sé porque a mí me pasa lo mismo.
Lucho. Peleo por darte una de cal y otra de arena. Ahora te miro. Ahora no. Hoy te concedo el sentarme cerca tuya, mañana pienso no echarte cuenta. Pero estás sentad… Joder, me ha vuelto a mirar.
Sonrío por ser feliz con esta pantomima. Lloro por no saber de ti más allá de esta ilusión. Me bajo en tu parada a la ida (no me importa caminar si vas tu delante). Alguna vez te has bajado en la mía a la vuelta (y se que no es tu parada). Este juego me gusta.
Más de una vez he deseado decirte algo. Me sofoco al pensar el qué. En alguna ocasión he estado a esto de dejarte un papel en el asiento. No sé, un número… no, demasiado comprometido… una dirección de correo… algo que nos una más que unas efímeras visitas, que este amor absurdo y estúpido.
Necesito verte cada mañana y cada tarde: Lo que el bus ha unido que no le separe… jajaja, en serio, eres como un elixir de vitalidad. No concibo ya estos viajes sin ti… espera, te bajas, esta es tu parada… oh, ya te vas. Se abren las puertas, bajas el escalón distrayéndote con algo en los bolsillos. Caminas hacia la acera. Te sigo a través del cristal mientras andas.
Vamos. ¡Hazlo!
Mírame…mírame…mírame…mírame. Mírame y te concederé tus deseos. Mírame y te haré una promesa que no cumpliré. Mírame y sabré que piensas lo mismo. Mírame y mañana estaré otra vez aquí, para ti.
Te paras en medio de la calle. Te llevas una mano al pelo. Giras el cuello para rascarte la coronilla. ¿Qué pasa?, ¿te pica o te molesta algo?. No. Lo sé. No te estás rascando. Estás buscando una excusa. Igual que yo. Ahora sé que me buscas con los ojos, disimulas.
¡Eso es!. ¡Me has mirado!. Yo aparto la vista, hacia mis pies, que ahora tiemblan. Me hierve la cara. Pero los dos lo sabemos y por eso sonrío. Las décimas de segundo en las que hemos compartido los ojos son nuestras, valen para algo. Por fin. Otro día feliz…
Mañana te diré algo…
P.D.: Elena, este te lo dedico a ti, porque, aparte de fuente de inspiración, eres, para mí, un ejemplo en vida de que los sueños, acaben bien o mal, terminan cumpliéndose, ¿no? Deseo que esa ilusión matutina nunca se aleje de ti.
5 comentarios:
Los sueños siempre se cumplen si tienes cojones para sacarlos adelante.
Me encanta, simplemente. Me pasa algo parecido en clase, pero de mi presencia creo que no se percata la otra persona. Voy a tener que empezar a coger el c1 en lugar del c2, jajaja. Ya te contaré :P
wouw!me resulta tan familiar que da miedo...increible la entrada
nos vemos por la facultad :)
dios me e enamorao en el autobus, aún no se de quien, peor acabo de hacerlo leiendo estas lineas, al igual que romeo, me resulta tan familiar que me asusta... un abrazo
Chr
Dios mio, yo quiero algo así. Es precisamente lo que necesito..... algo que me motive para hacer algo, para lanzarme y dejar de pensar tanto las cosas.
Mañana dile algo LE, ella lo necesita , y yo tambien, hazlo por los dos
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