domingo, 29 de junio de 2008

Mi regalo seran nuevas palabras

En una ocasión, el destino me regalo unas alas de cera, cubiertas de falsas plumas. Cuando me elevé pensando en si era feliz, me acerqué demasiado al sol. El calor las fundió y caí, caí durante días, durante meses.

El precio que Ícaro pagó por madurar fue estrellarse violentamente contra el suelo. Yo tuve la suerte de aferrar tu mano, en la desesperación de ver el final muy de cerca. Tiraste de mí, frenaste la locura, el vértigo, borraste el abismo sin fondo.

Ahora me elevas, no sé si a la felicidad de nuevo, porque ya olvidé el significado de esa palabra, cuando creí llevarme bien con ella y la crueldad, en forma de un bello sol, marchitó el valor que le atribuía.

Pero aprendo nuevas palabras. Una semántica que pertenece a otra locura: la de descubrir a una persona con la que crecer.

Entre esas nuevas palabras, ahora sé que morir en vida solo se alcanza cuando tiras de mi cabello hacia ti; creer en soñar, cuando enciendo tus cigarrillos y la ceniza me cae sobre el pecho... nuevas rutas en el mapa que dibujé de tu cuerpo, estaciones de servicio que esconden placer, paisajes para detenerse con melancolía, figuras en el horizonte en forma de ojos, que quieren decir te deseo, te quiero encima, pasión, sé generoso, miénteme, pero hazme llegar

Cantar, bailar, vivir, seguir, luchar, tantos significados… Nunca el sudor supo tan salado, ni las lágrimas tan suaves, ni la saliva tan dulce. Nunca las estrellas más brillantes del firmamento estuvieron tan cerca.

Vuelvo a sonreír, a reír a tu lado. Por eso me he vuelto egoísta. Ahora quiero volver a volar, quiero mis alas, pero no las de antes, sino unas nuevas, creadas con tu piel de menta y alcohol, impulsadas por el calor de tu vientre, por la fuerza de tu cintura. Que dibujen en el suelo una sombra con el mismo perfil que vi recortado sobre el cielo de Sevilla, frente a la ventana, con aquel calor y aquella humedad, el perfil de aquel cuerpo desnudo, iluminado tan solo por la llama de las velas…

viernes, 27 de junio de 2008

En casa de nuevo

Hace unos meses tuve que ir al cementerio por un asunto familiar y dio la casualidad de que logré ver un nicho distinto al resto, sin nombre y de mármol negro. Sólo llevaba escrito un mensaje, en forma de cita, un tanto cáustica y rebuscada, pero no menos bella:

“El ser hombre es una realidad que aparece en el universo como circunstancia de la organización de una fuerza, que lleva impresa un destino”

Lo pongo ahora porque me he estado acordando de unas conversaciones que hemos tenido todos en algún momento. Se trata de aquellas de los elementos de la vida, en las que nos damos cuenta de una realidad: si una parte de ella mejora, irremediablemente, otra tiene que empeorar.

Y yo digo una cosa. Si tantas secciones, partes, sistemas, o como lo quieras llamar, de una vida, comienzan a fallar, a la manera de los controles de seguridad antes de un accidente, ¿no será que esa vida está condenada al desastre?

Verás. El esfuerzo continuo, la perseverancia, el trabajo para conseguir una meta, te llevan al premio, al éxito. Eso lo vemos todos los días. Pero si una y otra vez te percatas, pasado el tiempo, que sigues en el mismo sitio, con las mismas ideas, o con tu puto culo aún sentado en la silla, puede que sea el momento de preguntarse si ese destino impreso, esa energía que te presiona a volver a al mismo lugar donde estabas o del que creías haber huido, es, precisamente, el que te corresponde.

Cuando deseas mudar de piel, convertirte en algo nuevo, dar ese paso adelante que haga cambiar, ¿te preguntas si de verdad mutas?. Ese nuevo edificio en el que deseas crecer, ¿no forma parte de las mismas cuatro paredes que abandonaste?. Y, viéndolo desde mi experiencia, ¿no será que el dolor y el sufrimiento son tu verdadera casa?.

Bueno, el tiempo hablará cuando lo desee…

martes, 24 de junio de 2008

Momentazos

Escribiendo la entrada del otro día, fui recordando grandes momentos del cine de humor. Del género iniciado allá por los 70, por los geniales David Zucker y Jim Abrahams (que trabajan juntos desde la mal llamada Aterriza como puedas a Scary Movie 4) y el inconfundible Mel Brooks, en torno a parodias de películas exitosas del momento. De ellas rescato lo que siempre me ha hecho más gracia.

Perdonadme el nivel freak de la entrada.

Agárralo como puedas

Aterriza como puedas

Top secret!

La loca historia de las galaxias

Hot Shot

Y, sobre todo, esta de El jovencito Frankenstein

domingo, 22 de junio de 2008

A que me la compro...


Aunque está borrosa, la foto es de la curiosa cena de esta noche. (jejeje)

jueves, 19 de junio de 2008

Cazando alemanes

Es cuando la palabra ‘cojones’ significa algo. La ira sube, hasta arriba, hasta las fosas nasales, donde la sangre hierve y dejas de controlarlo todo. Solo apretar los puños, dejar de pensar y abandonarse a la locura de golpear hasta la muerte. Siempre, hasta el final, hasta cualquier final.

A veces merece la pena arriesgarse a eso, porque la verdad, no nos engañemos, hay personas que no merecen el respeto ni de apartarse a su paso, ni de ser miradas, ni de merecer el tiempo que gastamos en ellas.

Te agachas, separas las piernas, manos en alto, cerradas… eso que recorre tu espalda es tu orgullo diciéndote "adelante"

Ya lo decía el sargento Hartman:

“…lo mejor será que no me encabrones, o si no, te arranco la cabeza

y te follo hasta el hígado.

Siempre habrá tiempo de matar alemanes:

martes, 17 de junio de 2008

Nada más solitario

Tarareaba la canción de Calamaro. Solo, en medio de la calle, acercándose a la casa de ella. Había descubierto la canción ese verano. Otra canción que marcaría una época…

La época de un amor condenado a morir, ya que era el último día que compartirían antes de que ella se marchara, antes del último adiós. Un amor sentenciado a la tumba nada más nacer. Pero que, como todo aquello a lo que llamamos grande, debía morir en lo mejor de la vida.



Vuelven de dar un paseo, cogidos de la mano. Ya es hora de que ella regrese, aún no lo tiene todo listo para el viaje hacia aquél sitio lejano, remoto, doloroso.

Una última mirada, una última frase, un último gracias, un beso de despedida, el más largo, el más arrastrado hacia dentro, hacia unos pulmones que gritaban por aspirar de nuevo su aroma. Un último mensaje “Hasta luego,hasta pronto...gracias adlantadas xl regalo xq seguro qm enknta”.

Esperaba en la parada, viéndola desparecer por la última esquina, memorizando su cadencia de pasos, sus miradas hacia atrás, a lo que abandonaba…

¿Cuándo la volveré a ver?

¿En meses?

¿Años?

¿Nunca?

Eso le hizo bajar la cabeza, reprimiendo las lágrimas mientras miraba al infinito, allí donde nada importa porque la vida comienza de nuevo, desde cero. Los esquemas se rompen, sin dolor esta vez, pero con la sensación de ser uno en el universo, como los astronautas mirando a través de los cristales de su nave.

Una sensación que daba tanto vértigo que deseaba correr, hasta no tener fuerzas ni para respirar, ni para pensar.

Al acercarse el autobús lo decidió: “Hoy bien podemos ir a casa andando”. El camino era muy largo, pero sus ideas tardarían meses en desaparecer. A casa llegaría antes que ellas.


Poco o mucho tiempo después, no lo sabía, pues cuando caminas acompañado de tus sentimientos, el tiempo es relativo, pasó por debajo de una obra. Un piso de esos reformados dentro de antiguas fachadas, que tanto florecían por Triana entonces. Los albañiles tenían un cassete viejo y salpicado de la sangre blanca que parecía la escayola, apoyado en una ventana. Escuchaban la radio mientras trabajaban.

Como era la hora de comer, no se oía un solo ruido en la calle, tan solo la radio:

… Lejos

en el centro

de la Tierra

las raíces del amor

donde estaban

quedarán…

Hace frío, sube los hombros. Mientras camina las lágrimas de felicidad florecen, los labios se estiran hasta alcanzar una sonrisa que viene del corazón. “Alguien me quiere. No está aquí. Pero alguien me quiere. Y yo se lo he podido demostrar…”

Mañana será otro día, pero esa canción le recuerda que es un solitario.

Solo.

Pero orgulloso.

domingo, 15 de junio de 2008

Aleteo entre cenizas

Tanto tiempo pisando huevos le han llevado a tener que aplastar a más de uno. Por lo que es el momento de empezar a reconstruir, desde dentro, la estructura de un yo mejor, es decir, tiene que volver a las estrategias de la ira, a mentir como un bellaco, a aprender a ser mala persona, a descubrir los beneficios del dolor…

Pero todos los cambios se deben producir asentándose en una base, en el pegamento seco que deja en la garganta las amarguras del pasado. Es el momento de empezar por las cuentas pendientes, de decir lo que siempre se calla, de deshacerse de todo lo que sobra y atar todas las cuerdas de la maleta de viajes

Empezará con terapia de choque, a lo Club de la Lucha:

- Regalará un símbolo a la persona más respetada, a la que más lo necesita, algo de lo que le cueste desprenderse, pero que represente un cambio a mejor.

- Provocará un reencuentro con aquellos a los que produjo un daño inmerecido, fruto de la inmadurez o la incompetencia. ¿Quién sabe?, la fortuna sonríe también con brazos abiertos, como los del lunes pasado.

- Recordará lo que le debe a cada uno de los pesos que aún cuelgan de su muñeca, demostrando que la honestidad puede sobrevivir, que las promesas se hicieron para algo.

- Contará con aquellos que tengan algo que enseñarle, pese a ser novatos, pese a esconder mucho. La templanza es una virtud de tiempos remotos, ¿por qué no desempolvarla para aquellos que tienen algo que aportar?

- Dejará de pensar (alcohol, drogas, a lo mejor me saco el carnet de fumador…) para actuar. ¿Acaso no soñó con ser hombre de acción?, bueno, para reflexionar ya tiene un blog, ¿no?

Ahora, estas cosas le hacen sentir como un Fénix, renaciendo de un cuerpo consumido por las llamas de otros, aprendiendo a volar con alas nuevas, cubiertas de una ceniza repugnante que algunos llaman ‘encontrarse con la realidad’.

A Vic, a Carmen, a Ana, al Papa, a Paula, a Chema, a Fani, a Luna, a mis sorpresas del día a día, a mis billetes desaparecidos en viejos vaqueros, a mis compañeros de fatigas, que también tienen mucha tinta que sudar. Y a tantos otros que no os conozco, pero que pasáis por aquí, saludéis o no.

sábado, 14 de junio de 2008

Unos caprichos al azar

Y no es querer,

sino volver.

Acero para el alma,

pastillas contra el amor,

no para la calma.

Rozar mi vientre con el tuyo;

pálpito caliente,

herrumbre en los huesos,

y una sola palabra

que nunca te diré:

te quiero.

miércoles, 11 de junio de 2008

Y el tiempo juzgará

Otra vez se ha vuelto a producir. De nuevo se cumple la máxima más real y cruel que la naturaleza nos ha enseñado… No voy a decir a quién ni por qué, pero otra vez

el tiempo pone a cada persona en su sitio.

“…I wake up, alone with it all

I wake up, but only to fall

Looking out for love

Big, big love…”



P.D.: El malo, cuando se finge bueno, es pésimo -> Francis Drake

lunes, 9 de junio de 2008

Las piedras del camino

Encontrarte fue tan extraño como empezar a hablarte. Perseguirte, tan breve que aún me sorprendo. Seguir aquí, contigo en la cabeza, tan, tan… increíble, que me quedo sin palabras. Al fin, escribo sin el peso de la tristeza sobre las palabras, y en algo has tenido que ver…

Y es que me duelen los pulmones de gritar ¡¡¡¿por qué no te conocí antes?!!!, del estupor que provocan tus miradas, tus gestos, del mostrarme que las lágrimas, para otro día, de la risa, natural y clara como los manantiales que oía Platón, que generas en mí.

Porque gastar el tiempo allí, tirado junto a ti, no es perderlo, es ampliarlo, exprimirlo, llevarlo a un mundo donde esta mutua compañía es lo más preciado, más que el dinero, más que estudiar los colores o inventar enseres de amor…


Lo que pido:

No me exijas demasiado, no más allá de lo que el depósito de mi cuerpo, hambriento de gasolina, escasamente pueda ofrecerte. A cambio, te permitiré echarme tu humo a la cara.

No me quites el peinado. A cambio, prometo darte mil bocados con sabor a manzana.

No me quieras llevar, no me quieras traer. A cambio, te acompañaré a donde nos arrastre el viento, hasta donde nos deje tirados y tengamos que volver a caminar.

Lo que deseo:

Deseo mostrarte palabras felices, bellas, ajenas a la tristeza. Y acompañarte más allá de lo que me permite la fibra óptica. Y seguir la carrera en la que me iniciaste, aquella en que rompo barreras de miedo. Y volver a verte. Y volver a compartirme. Y volver a soñar que me desean. Y volver a creer que deseo. Y babear de tranquilidad tus sábanas…

Por último, lo que siento:

Te lo resumiré en una anécdota: cuando apoyé mi cabeza sobre tus rodillas, cuando susurre “me das serenidad”, imaginé que eso era lo que debían sentir los viejos marineros, cuando al atardecer miran el mar, un espejo del cielo moribundo, con ojos tan secos como sus propias manos, sin pestañear, sino tan sólo añorando, inmutables, soñadores de días mejores…



Ahora la ñoñería de rigor… si Nino decía que las piedras del camino, son las que forjan el destino, tú eres la que ha evitado mi caída. Gracias por estar ahí.

sábado, 7 de junio de 2008

Porque tú también te miras

Érase una vez una joven, bella y hermosa, que todos los días salía al mundo sola, con decisión y valor, a enfrentarse a todo aquél que se interpusiera en su sino, a auxiliar a todo el que le pidiera ayuda, a guardar la esperanza de que las sombras algún día desaparecerían de su horizonte.

Todas las mañanas, esta joven guerrera cubría su cuerpo con una coraza heredada de antiguo, más fuerte que el grito de los agónicos, más dura que las raíces de los árboles, para proteger de sus enemigos lo que amaba, sus ilusiones y sus anhelos. Los cubría de los que vienen a hacer daño, de los que nunca serán parte de su vida y, desgraciadamente, también de los rayos del sol que brillaban para ella.

Al anochecer, cada día, volvía a casa a relajarse, disfrutar, abstraerse de lo que ya había pasado, a quitarse la armadura y contemplar lo que vemos todos los seres humanos con alma ante el espejo: los restos de una batalla diaria con el destino, el pecho en carne viva bajo la coraza, las cicatrices púrpuras que da la experiencia, los agujeros de bala, tan cercanos al corazón…

Pero ella no se amilanaba, secaba las lágrimas con convicciones y consejos autoimpuestos, mesaba sus cabellos con manos curtidas y cerraba las heridas con el hilo de oro que le caía sobre los hombros… Siempre pensando que no era lo que observaba.

“No me verán así”, “No desnudarán mis sentimientos”, se gritaba, con todo el derecho que tiene una mujer a la que todo el mundo mira desde abajo. Se lo gritaba a sus ojos, aquellos arañazos de amanecer azul, tiernos y secos, dulces y suaves, tristes a ratos y eternamente bellos.

Se lo gritaba cuando no hacía falta, cuando sabía perfectamente que siempre tendrá un refugio en el cuerpo de sus amigos, cuando nunca le faltarán personas con las que compartir sus días. Pero seguía dudando, pues vivimos en un mundo en el que todo es relativo, lo que provoca miedo hasta en las conciencias más puras.

Entonces apareció un trovador, un danzante de los de antes, de un planeta y unos tiempos ya extinguidos, que comenzó a cantarle a su corazón cuando más débil latía: …las quimeras arden igual que el papel… las fuerzas de los hombres se sacan de donde no hay… …no eches cuenta a quinielas perdedoras… encontrarte es encontrar un diamante… conocerte es conocer la ciencia del universo… querida amiga guerrera, este cuento no tiene fin… pues la vida aún no ha acabado… y quiero verte sonreir en la oscuridad…


P.D.: Gracias por las fotos. No me importa ser, en absoluto, tu sumidero de paranoias. Ya sabes que no podras con el peso de la tarta de cumpleaños que te espera. Besos.

viernes, 6 de junio de 2008

Retraso por examenes

Ha empezado ya el tiempo de exámenes, por lo que tendré que escribir más espaciadamente para poder estudiar.

Pese a ello, he dejado un puñado de entradas programadas para que se publiquen cada dos o tres días, así que, para los tres/cuatro balas perdidas que se pasen por aquí a leer a este escritor en los huesos, seguirán cayendo algunas entradas y poco más.

Saludos… y comentad, que estáis de una flojera…

Por último, un mensaje a mis queridos ingenieros…

miércoles, 4 de junio de 2008

La isla de los muertos

Desde hace tiempo, me he dado cuenta de que en la Isla de la Cartuja, ese sitio al que tengo que ir todos los días, y que más lejos no puede estar de mi casa, los constructores que la diseñaron decidieron llenarla de cipreses.

“Alto, enhiesto, siempre verde y de gran longevidad. Su madera, dura, incorruptible, desprende un suavísimo y agradable olor”, parecido al del cedro. El ciprés es una conífera de hojas perennes que se puede cultivar en cualquier parte del mundo.

Esta tontería no iría a más si no tuviera en cuenta que el ciprés es el árbol de los muertos o de la Muerte, como muy bien escenificó Böcklin en su famoso cuadro La Isla de los Muertos:



Que luego inspiraría al genio de Dalí:



Y a las musas de Rachmaninoff en su 2ª Sinfonía, con letra extraída del furioso poema latino Dies Irae (El día de la ira, en alusión al Juicio Final, y con eso lo digo todo), para que compusiera uno de los temas claves de la música romántica.

La relación entre el ciprés y la muerte viene de lejos. De hecho, en Occidente estaba antiguamente consagrado a Plutón, cuya frente se coronaba con su ramaje, y por eso también se solían esparcir sus ramas a las puertas de las casas de los difuntos. Desde entonces, es común encontrarlos en cementerios cristianos, por todo el Mediterráneo. También se decoran con cipreses los epitafios de las tumbas en Turquía y en otros países musulmanes. Y en Asia se les suele situar junto a los templos religiosos.

De la Wikipedia: “Se piensa, dado que es un árbol que siempre está verde y majestuosamente apuntando al cielo, que ayudaba a las almas de los muertos a elevarse en esa dirección. De acuerdo con Teofrasto, el ciprés común estaba consagrado a Hades, el dios de la muerte, ya que sus raíces nunca daban nuevos brotes una vez talado el árbol.

No sé si será una señal, pero cada vez veo más altos esos árboles en torno a la facultad…

lunes, 2 de junio de 2008

Sesión de psiquiatra


“(…)

- Doctor Crane, tenemos a Claire por la línea cuatro. Creo que tiene problemas para superar una relación.

- Hola Claire, soy todo oídos.

- Estoy…, bueno, estoy fatal. Hace ocho meses, mi novio y yo cortamos y no consigo superarlo: el dolor no desaparece. Es… no se, como si estuviese de luto…

- Claire, estás de luto. Pero no creas que lo estas por la pérdida de tu novio. Estás de luto por haber perdido lo que tú creías que iba a ser tu vida… Olvídalo. Las cosas no siempre salen como se planean, aunque eso no tiene porque ser malo. A veces salen mejor que lo planeado… ¿tú has oído hablar de Lupe Vélez?”

Frasier, capítulo 1, temporada 1.